La Diócesis de Quilmes celebró el sábado 18 de noviembre, la XXVIII Misa de la Esperanza en el Cruce Varela, junto con la VII Jornada Mundial de los Pobres que el Papa Francisco instituyó en 2017. El Padre Obispo Carlos José Tissera presidió la celebración religiosa acompañado del Obispo Auxiliar de la Diócesis, Eduardo Redondo, del Obispo emérito de Río Gallegos y colaborador en la diócesis de Quilmes, Juan Carlos Romanín sdb, y de sacerdotes y diáconos. Con una numerosa convocatoria de fieles que se acercaron desde todos los rincones de esta poción de la Iglesia. Entre el público presente estuvieron Juan José Mussi, intendente de Berazategui, Andrés Watson, intendente de Florencio Varela, Carlos Cúster, ex embajador argentino en la Santa Sede, y el pastor Arturo Blatezky de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, quien fue amigo de Novak y acercó a la celebración el poncho que heredó de regalo del primer obispo de Quilmes.
En su homilía, Monseñor Tissera tomó las palabras del Papa Francisco de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (202): “La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar… Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema”. Y amplió que (205) “es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos”.
El Obispo de Quilmes recordó que “La esperanza nos libera del miedo, del aislamiento, del egoísmo y la comodidad. La esperanza nos enciende para iluminar en medio de la noche del dolor y de la impotencia; ella nos anima para sostenernos unos a otros y gestar lo nuevo, lo inédito, eso que sólo el amor puede hacer: una nueva humanidad”. Y mencionó que la síntesis de la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos celebrada en Roma durante octubre se remarca que “A la Iglesia, los pobres le piden amor. Por amor se entiende respeto, acogida y reconocimiento, sin los cuales, proporcionar comida, dinero o servicios sociales representa una forma de asistencia, ciertamente importante, pero que no se hace plenamente cargo de la dignidad de la persona”.
Tissera dio gracias a Dios también “por la próxima beatificación de un querido pastor de la Iglesia argentina, que fue nuestro obispo cuando pertenecíamos a Avellaneda, el Cardenal Eduardo Francisco Pironio”. Y recordó el vínculo que tejió con quien luego fuera obispo coadjutor de esta diócesis, Gerardo Farrell.
El titular de la Diócesis de Quilmes invitó a rezar por el momento actual del país, recordó que “somos mujeres y hombres de esperanza”, y acercó las enseñanzas que el Siervo de Dios Novak expresó en su última Misa de la Esperanza en 2000: ”Hay esperanza porque miles de padres de familia alimentan y aman con ternura a sus hijos. Hay esperanza porque muchos servidores y servidoras organizan comedores, para que niños y ancianos tengan por lo menos una comida al día. Hay esperanza porque muchos voluntarios y voluntarias están junto a la cama de los enfermos, como auxiliares de las familias y de los hospitales. Hay esperanza porque muchos docentes forman con amor el cerebro y el corazón de las nuevas generaciones. Hay esperanza porque quedan todavía funcionarios y profesionales honestos”.
Previo a la Celebración Eucarística, los diferentes departamentos, movimientos y grupos de la diócesis compartieron la riqueza de sus carismas en la Expo-Feria del camino sinodal.