KICILLOF CRITICÓ «LA FALSA REBELDÍA DE LA DERECHA» Y DIJO QUE LO «TRANSGRESOR» ES AMPLIAR DERECHOS

KICILLOF CRITICÓ «LA FALSA REBELDÍA DE LA DERECHA» Y DIJO QUE LO «TRANSGRESOR» ES AMPLIAR DERECHOS

El gobernador bonaerense Axel Kicillof aseguró que el desafío de los proyectos progresistas es recuperar «la rebeldía» de «enfrentar a los poderes reales desde el Estado en beneficio de las mayorías» y contrapuso esa voluntad de ampliación de derechos con una «ultraderecha falsamente rebelde» que se pretende transgresora pero va a rendir cuentas al foro empresario de Llao Llao y es «sumisa del negocio de la banca».

En una exposición compartida con la brasileña Manuela D’Avila, Kicillof analizó la paradoja de un presente en el que las fuerzas nacional-populares y de izquierda aparecen como «defensoras de las instituciones y de lo conseguido» ante una derecha portadora de un discurso anti-Estado que promueve «patear el tablero» con consignas como «dinamitar o semidinamitar todo», en alusión a «los Macri, los Bullrich y los Milei».

Con humor, el mandatario provincial ironizó sobre la supuesta ‘rebeldía’ que expresarían ese ese tipo de precandidaturas y dijo que lo que se proponen es «privar, reducir y quitar derechos» más allá de lo que declamen, pero además planteó que ante este escenario regional los proyectos progresistas «deben discutir el programa (de Gobierno) antes o al mismo tiempo que las candidaturas, con metas realistas».

Desde la sala Argentina del Centro Cultural Kirchner, Kicillof remarcó que el país debe lidiar con un enorme «yunque» que es «la deuda más grande de la historia de la humanidad con el FMI» y luego advirtió sobre el riesgo de que haya limitaciones en lo que se podrá realmente elegir en los próximos comicios presidenciales.

«Si uno vota a un partido o a otro partido pero el programa (económico) es el que determina el Fondo, uno diría para qué votamos», se preguntó ante el silencio del auditorio, y completó su advertencia al plantear que durante los años ’90 «el hombre fuerte de un Gobierno neoliberal era el ministro de Economía, no el Presidente».

Como modelo antagónico a esa subordinación, Kicillof citó unas declaraciones que Néstor Kirchner compartió antes de asumir su Presidencia en el año 2003, cuando le preguntaron quién sería su ministro de Economía (que en una primera etapa seguiría siendo Roberto Lavagna, heredado de la gestión provisional de Eduardo Duhalde).

«Cuando a Néstor le preguntaban quién iba a ser su ministro de Economía, él decía ‘yo’, porque la persona que debía decidir cosas tan importantes era la que era portadora de la legitimidad por haber sido elegido por el voto», repasó, y subrayó que esa conducción presidencial de la economía fue una de las cosas más «disruptivas» en términos de «creatividad política» del proyecto iniciado el 25 de mayo de 2003.

El gobernador también apeló al humor para mencionar el reciente foro empresario de Llao Llao, organizado en el hotel tradicional por algunos de los dueños de los grupos económicos más grandes del país, en el que expusieron varios precandidatos para explicar sus propuestas, y se diferenció de los precandidatos que asistieron al evento.

«Yo entro al Llao Llao y me sacan a patadas en el culo», confió y la ocurrencia fue festejada con risas, pero luego agregó que esa frase sería recortada por la cobertura de algunos medios para tergiversarlo; después planteó que un dirigente político que busca transformar y gobernar en beneficio de las mayorías no debe dejarse conducir ni «rendir examen».

En cuanto a los precandidatos y precandidatas que sí se presentaron en el hotel de las afueras de Bariloche, el gobernador los asoció con las figuras políticas que en los años ’90 defendían premisas del neoliberalismo, como «proponer que el Banco Central tenga un administrador extranjero o que se privaticen los bancos públicos».

«La derecha tiene muchos candidatos con distintos ropajes, pero tiene un solo programa, que es restringir, privar, reducir o quitar derechos. De un lado está la derecha y de este lado están los derechos», insistió en ese punto, en una disyuntiva que ya se convirtió en una definición de todos sus discursos con contenido electoral.

Junto a la brasileña D’Avila, referente del Partido Comunista (PCdB) en su país, Kicillof dedicó también un tramo de la charla -organizada en el marco del ciclo ‘Proyecto Ballena’ del Ministerio de Cultura- a profundizar sobre el despliegue del discurso del odio en la región y la escalada de violencia simbólica y real que caracterizó a la presidencia de Jair Bolsonaro.

En la Argentina, acotó entonces la periodista Gabriela Pepe, moderadora del evento, ese fenómeno tuvo su antecedente más dramático en el intento de asesinato de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

D’Avila, que fue precandidata a presidenta y también diputada federal, alertó que en los últimos tiempos la violencia latente y las amenazas de muerte incluso entre entre los propios legisladores se convirtieron en un elemento cotidiano de la práctica legislativa: «Antes nos saludábamos con un ‘hola’. Ahora no se saludan y los legisladores están rodeados de custodios», describió la dirigente, que en otro tramo del evento no dudó en definirse como «marxista».

Sobre la creciente instalación de la violencia política en Brasil, D’Avila explicó que tras la experiencia traumática que representó el Gobierno de Bolsonaro sectores progresistas e incluso del centro moderado acordaron crear un «frente democrático» para tratar de impedir su reelección.

Así surgió una coalición política y social tan amplia que la referente brasileña definió como «el frente Lula, Alckmin, Xuxa y las paquitas», porque la recordada animadora infantil de la TV fue una activa militante de la causa.

Reconocida en su país como una militante del feminismo, D’Avila llamó también a que los espacios de izquierda y nacional-populares pongan en práctica «una política más conectada con los afectos», implicada en el dolor del otro, y advirtió sobre «la socialización en la violencia» con la que conviven los varones por mandatos culturales y ciertas tradiciones.

En ese punto, D’Avila resaltó que el movimiento de las mujeres trabajadoras contribuye a a conectar la política con los problemas de la gente de todos los días, en particular con las tareas del cuidado; Kicillof luego vinculó ese aporte con un dato que conoció al analizar los resultados de una encuesta realizada en un municipio bonaerense.

«En el diálogo con un intendente me mostraba una encuesta de su municipio en la que nos va bien, pero uno de los datos para analizar es que la pregnancia de las ideas de la ultraderecha se da más en los varones jóvenes», contó Kicillof, mientras su interlocutora asentía con sus manos.

Más allá de la reflexión, las urgencias electorales terminaron colándose en la charla, cuando ante una pregunta de la moderadora Kicillof preguntó si quería que contestara «como gobernador o como exministro de Economía», ante lo cual desde el auditorio alguien lanzó: «¡Como presidente!».

Pero Kicillof, entre risas, replicó: «No, como gobernador».