Expertos de Gendarmería Nacional Argentina (GNA) comenzaron ayer un operativo de búsqueda de los restos del estudiante de Periodismo Miguel Bru y rastrillaron con un georradar una vivienda de la localidad platense de Los Hornos donde vivió Walter Abrigo, uno de los dos expolicías condenados a perpetua por torturar hasta matar al joven en 1993.
El operativo se desplegó en una casa ubicada en calle 149 número 1418 de dicha localidad de La Plata, a partir de datos brindados por un testigo de identidad reservada y se suspendió pasadas las 19 debido a las intensas lloviznas que se registraban.
«Mañana -por este miércoles- se retomará el trabajo en este predio», confirmó a Télam un pesquisa.
Se trata del rastrillaje número cuarenta que se despliega en busca de los restos del estudiante
«Espero que esta sea la última búsqueda y por fin poder encontrar a mi hijo», explicó Rosa Schonfeld, madre de Miguel, quien estuvo presente en el lugar donde buscan los restos de su hijo.
La mujer contó que se llegó a ese lugar «a partir del dato aportado por un testigo de identidad reservada, que dijo que lo sabía desde hace mucho pero su familia tenía miedo pero ahora que su madre falleció decidió contarlo».
«Habló de una pileta, pero la orden del fiscal Gonzalo Petit es que hagan todo el predio, que es grande. Pero ordenó que no busquen solo el lugar señalado (por el testigo de identidad reservada)», indicó.
La mujer contó que en la casa inspeccionada vivió Abrigo y que ahora reside un hijo de él con su esposa.
En agosto de 1993, Miguel Bru, un estudiante de Periodismo de 23 años, denunció a efectivos de la comisaría 9na. de La Plata por un allanamiento ilegal en su casa y, a partir de ese momento, comenzó a ser amenazado y hostigado para que retirara la denuncia.
Según consta en los expedientes, Miguel fue secuestrado cerca de la localidad de Bavio, en el partido de La Plata, el 17 de agosto de 1993 y las declaraciones de varios detenidos y las pericias en el libro de guardia, permitieron comprobar que fue ingresado en esa seccional, entre las 19 y las 20, donde fue visto por última vez mientras era torturado.
En 1999, en el marco de un juicio oral y público, se condenó a perpetua al exsubcomisario Abrigo, quien murió en la cárcel; y el sargento Justo López, por el homicidio y desaparición, mientras que por encubrimiento fueron sentenciados el excomisario Domingo Ojeda y al exoficial Ramón Ceressetto.