Las mujeres son las principales donantes en transplantes renales con donante vivo relacionado, pero a su vez las menores receptoras, según un trabajo de investigación argentino premiado en Alemania.
El trabajo, titulado «Acceso de las mujeres a la lista de espera y trasplante renal: realidad argentina», fue escrito por Silvina Aleman, médica argentina, nefróloga y directora asociada del Centro Regional de Ablación e Implante de la provincia de Buenos Aires, (CRAI Norte-Cucaiba, y recibió el premio
«Mujeres en trasplante» en Hannover, Alemania, informó el Centro Único de Ablación e Implante de la provincia de Buenos Aires.
«Es interesante porque está escrito en todo el mundo que la mujer tiene menos acceso a la lista de espera y al trasplante renal, entonces queríamos saber qué pasaba en la Argentina», precisó Aleman en un comunicado del Cucaiba.
En el marco del Simposio «Sex and Gender in Transplantation: The female Perspective», Aleman presentó el trabajo y participó «en un panel de discusión, sobre limitantes de acceso al trasplante renal de las mujeres mayores en Argentina».
Desde su lugar de trabajo, destaca lo importante de esta investigación sobre la perspectiva femenina, en la cual se pone de manifiesto la inequidad en los procesos de trasplantes en nuestro país
La investigadora remarcó la importancia de detectar esas barreras y analizarlas debidamente para trabajar en la solución.
«Existe una inequidad para con el género femenino en estas cuestiones» y «las razones son múltiples», entre ellas las culturales, sociales, económicas y biológicas, agregó Aleman, según quien «solo su diagnóstico permitirá revertirlo».
La investigadora deja en claro que la inequidad con las mujeres existe en todo el mundo y que este trabajo, que llevó adelante con un equipo de médicas de distintos centros de trasplante de Argentina, pudo certificar que, en nuestro país, si bien no existe diferencia en el ingreso a la lista de espera, «sí existe a la hora del trasplante, sobre todo si la mujer es mayor de 60 años».
«Una así comienza a distinguir posibles barreras, en algunos casos, son las propias pacientes, ya que las estadísticas muestran que la mujer rechaza más el trasplante que un hombre» ¿y por qué es esto?, Una de las razones que se remarcó en este trabajo de investigación, fue la importancia de la postura, no solamente de las pacientes, sino de las o los profesionales que las atienden», explicó.
Afirma que «en estos casos la mirada cultural para con la mujer, construida por parte de un sistema patriarcal, influye muchísimo, ya que, de alguna manera, ésta va a ayudar a que la paciente siga sosteniendo la fragilidad auto percibida que tiene de ella misma, la carga cultural: las responsabilidades con los miembros de la familia, por ejemplo, o a hacerla sentir más segura en cualquiera de los procesos que tenga que transitar.
En base a sus años de experiencia, Aleman deja en claro que, en la mayoría de los procesos de trasplantes renales con donantes vivos relacionados, las mujeres son las principales donantes y los receptores, en su mayoría, son hombres, sosteniendo las estadísticas que hablan de que la mujer está más predispuesta para estos casos.
Esto implica que existe una menor cantidad de trasplantes con donante vivo relacionado en donde las mujeres son receptoras.
A partir de los números y estadísticas, pudieron dar a conocer que, históricamente, las mujeres son atravesadas por una desigualdad construida socialmente que aún persiste.
«No sólo existe la desigualdad relacionada con las pacientes, también con las profesionales», destacó y contó que ha tenido a nivel personal-familiar «un apoyo indiscutible de mi pareja, que siempre me ha impulsado a hacer más, pero sabemos que no es así en todos los casos».
La investigadora añadió que desde el sistema público de salud se trabaja para la accesibilidad de todas las personas, y que se sigue trabajando para un cambio de modelo, para poder apoyar y sostener a los grupos de personas que padecen alguna inequidad, sean mujeres y/o personas mayores, entre otras desigualdades; «la fragilidad que sienten algunas mujeres, es reversible y se debe seguir trabajando, utilizando todas las herramientas que se tienen para contener y así poder transitar un proceso de trasplante».
«Se debe seguir trabajando desde el sistema público como lo venimos haciendo para construir colectivamente soluciones a estas cuestiones», concluyó.